miércoles, 30 de octubre de 2013

Me MUERO de CELOS



¿Quieres dejar de sentirte obsesionado(a) por lo que piensas que está pasando con tu pareja? Para empezar hay que diferenciar qué estamos sintiendo: celos racionales o celos irracionales. Esto no sólo tiene qué ver con la intensidad, también tiene que ver con todas aquellas cosas que nos decimos cuando hay algo (un disparador) que pasa en la realidad y que nos hace sentir celosos.
  


Los celos racionales se basan en la realidad, es decir, hay evidencia de aquello que los provoca, no se vale decir “es que yo sé que mi pareja me engaña, porque lo sé”, se trata de ubicar de manera objetiva, los comportamientos que están provocando en mí los celos. No se trata de imaginar lo que pasa o de suponer, sino de poder decir exactamente qué nos está molestando, por ejemplo: “cuando tal persona te llama, o platica contigo yo te noto muy sonriente, muy cercano(a),” o que “muchas veces cuando pasa una persona del sexo contrario la (lo) volteas a ver inmediatamente. Con esto no estamos acusando a nadie de infiel, simplemente planteamos la parte de conducta que nos está molestando, sin embargo parte de ser racional es CONSIDERAR OTRA OPCIONES. El que voltee a ver a una persona no siempre significa que le guste y aún así, es común que veamos gente agradable a la vista y los volteemos a ver, no quiere decir que necesariamente nos vayan a engañar.

Los celos irracionales son producto de pensamientos irracionales tales como “¡Es horrible que mi amado(a) esté interesado(a) en otra persona! ¡No puedo soportarlo!”, etc.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Sé lo que los demás piensan... El "mal del adivino"



Todos los días tratamos de adivinar las cosas que no sabemos para “prepararnos” ante el futuro, la mayoría de las veces sin darnos cuenta de ello. Llegamos a conclusiones que damos por buenas sin ni siquiera ser conscientes, por ejemplo, cuando en la calle te encuentras a un compañero de trabajo o de escuela que simplemente pasa de largo sin saludarte, en automático te das una explicación de por qué lo hizo (y la mayoría de las veces es una explicación poco agradable: le caigo mal, hizo como que no me vio, es un prepotente, cree que nadie lo merece). Suponemos muchas cosas pero no somos conscientes de la influencia que tiene este tipo de pensamiento en nuestras emociones y nuestros actos.





 ¿Cómo funciona?


Suponer es llegar a conclusiones sin suficiente información, algunas veces podemos diferenciar entre nuestras sospechas y la realidad y reconocemos que hay algo que no acaba de encajar en el rompecabezas que hemos armado. Hasta ahí quizás no sería tan distinto de lo que hacemos todos los días de manera automática. El problema de suponer es que damos por buena nuestra conclusión sin cuestionarla, es decir, pensando qué tanto hay de cierto en ella, en qué elementos me baso y qué otras opciones puede haber. Quizás esa persona no te contestó porque cuando le marcaste por teléfono justo en ese momento entro al baño o dejo su celular en casa, quizás no escuchó tu llamada, la información que tienes hasta ese momento es que simplemente no te contestó, sin embargo, bajo la sospecha puedes pensar que vio tu número en el identificador de llamadas y no quiso contestarte… ¿pensar eso cómo te hace sentir? Asumimos como una verdad absoluta lo que nos imaginamos cuando se trata sólo de una posibilidad dentro de muchas otras. Si la emoción que nos provoca es desagradable, empezamos a sufrir sin aún tener la seguridad de que eso que creemos es cierto.

Las suposiciones son, muchas veces, fuente de conflicto pues desatan discusiones, acumulan enojo y otros problemas en las relaciones interpersonales. Es probable que nos dediquemos a defender el que nosotros tenemos la razón y ya ni siquiera le demos la oportunidad al otro de decirnos su punto.

¿Por qué suponemos?
Hacemos suposiciones de todo aquello que no sabemos por completo: de cómo los demás piensan, sienten y actúan. Nos saltamos pasos y concluimos cosas, si buscamos evidencias cuando ya concluimos es posible que vayamos recopilando toda la información que corrobore nuestras sospechas, no vemos los dos (o más) lados de la situación.
¿Recuerdas artículos anteriores en este blog que hablan del ahorro de energía del cerebro? Bueno, es justamente la misma lógica, a nuestro cerebro le gusta ahorrarse pasos para tener energía para realizar otros procesos, por lo que de manera automática, si no estamos acostumbrados a debatir y a frenar nuestras conclusiones rápidas, es probable que el cerebro le dé sentido al mundo con la poca información que tenga.


¿En qué me afecta?
Cuando suceden cosas que no tienen mucho sentido, cuando nos sentimos inseguros y desconfiados, buscamos señales para encontrar una explicación, pero no de manera objetiva vemos esas señales, sino que elegimos los trozos de la realidad que nos sirven para darle sentido a una u otra hipótesis. Apenas llegamos a una conclusión que nos satisface y que va acorde a nuestra creencia (la que queremos confirmar, por ejemplo, que mi pareja me es infiel) la adoptamos como válida, en este caso solo tomamos los ejemplos negativos obviando los positivos o viceversa. Si tu sospecha afecta tu estado de ánimo o provoca que tomes decisiones rápidas y poco acertadas estás sufriendo las consecuencias de la falta de evidencias. 

¿Se puede dejar de suponer? 
Es complicado porque es un mecanismo natural, una tendencia de ahorro de energías para actuar rápidamente; lo importante no es dejar de sospechar sino hacer un alto y valorar nuestras suposiciones para disminuir su impacto. Por eso, la próxima vez que estés suponiendo algo ¡lo que sea!, antes de darlo por válido, pregúntate qué otras opciones hay, amplia tu horizonte e incluye nuevas perspectivas en tu análisis. Si una persona llega tarde a una cita, no supongas, simplemente pregúntale qué sucedió cuando llegue. Si tu pareja ve demasiado el celular o lo hace a escondidas, no desarrolles ideas paranoicas, espera a que llegue el momento oportuno y pregúntale de manera no agresiva (NO ACUSES, aún no sabes nada, acusar y agredir= reaccionar con poca evidencia). No des por buena tu hipótesis hasta que tengas suficiente información y entonces pregúntate qué harás al respecto.

Rompe el poder que tus sospechas tienen sobre ti, sobre tu forma de sentir y tus acciones. Confirma sospechas y vive menos estrés. 

Si tus sospechas te han ocasionado problemas y simplemente no puedes parar de pensar la Terapia es una excelente opción para ti. Inténtalo y escríbeme: claudia@pensarterapia.com