A pesar de lo
mucho que nos quejamos de la rutina diciendo que es aburrida, que nos gustaría
cambiar radicalmente de vida, que ya no vemos sentido en lo que hacemos; esta
serie de conductas que llevamos a cabo día a día es también una parte
importante que nos mantiene “en control” ya que somos capaces de prever algunas
cosas: sabemos más o menos cuánto tiempo haremos de camino a un lugar, sabemos
a qué hora nos tenemos que levantar para hacer cierta cantidad de cosas,
guardar las cosas en el mismo lugar nos hace encontrarlas con más facilidad,
etc. La rutina, nos ahorra tiempo y por mucho que nos quejemos de ella, nos
ahorra energía pensando en todas aquellas cosas que hay que considerar cuando
algo nuevo se nos presenta.
¿Has conocido
a alguien que se estrese mucho (pero de verdad mucho) cuando va a salir de
vacaciones? Es el ejemplo perfecto de lo que implica un cambio de rutina: esto
es una cantidad mayor de ESTRÉS que es provocado por “sentir” (en realidad es un
pensamiento del que estamos poco conscientes) que hay cosas que NO PODEMOS CONTROLAR, desde que alcancemos a
llegar al aeropuerto hasta que nuestra reservación sea cancelada o uno de los
viajeros se enferme.
¿Podríamos vivir sin rutina? Probablemente sí, aunque tendríamos que estar
abiertos a la incertidumbre que trae el cambio continuo, como sea, el llevar a
cabo una rutina no es la razón de sentirte insatisfecho. La rutina
sólo es algo que haces de manera repetitiva para poder lograr ciertos objetivos
como llegar a tiempo a un lugar. Lo que en realidad puede estar pasando es