miércoles, 12 de junio de 2013

EL MOMENTO DE IR A TERAPIA



Es muy común que las personas pasemos por ciertas dificultades, o que no nos sintamos del todo (o nada) bien, o que estemos inquietos sobre algo o nos sintamos perdidos, confundidos o desmotivados. Todas estas situaciones son comunes en las personas y con frecuencia tenemos diferentes estrategias para hacerles frente y seguir avanzando. Sin embargo, cuando hay momentos en que poner en práctica lo que queremos hacer es difícil, o no sabemos qué hacer o sentimos que no podemos, puede ser momento de acudir a un profesional como el psicólogo, ya que esto puede marcar la diferencia. 

La mayoría de las personas acuden porque sienten que en su vida hay algo que no funciona como quisieran y después de un tiempo de intentar resolver el problema (sin el éxito que esperaban), han decidido solicitar ayuda profesional. Pueden ser problemas que sentimos que nos sobrepasan y no sabemos cómo afrontar.

En estos casos, el primer paso es reconocer o identificar que existe algo que nos impide estar bien. Hay que remarcar que las personas que consultan a un psicólogo no tienen que presentar necesariamente un problema emocional o conductual severo, no tenemos que esperar hasta estar metidos en la cama todo el día sintiéndonos muy tristes o “perder” el control, para llegar a terapia. Cualquier conducta o situación humana, sobre todo aquellas que disminuyen el bienestar, puede ser motivo de consulta y objeto de un cambio.

Algunos ejemplos de lo que motiva a la gente a ir a terapia pueden ser:
Relaciones interpersonales (problemas de pareja, amigos, papás, hijos, autoridades, subordinados). A veces sentimos que no estamos pudiendo relacionarnos y comunicarnos con los demás de la mejor manera. Es posible que sintamos que no nos entienden y nos sintamos solos o poco apoyados, o que no sepamos decir lo que queremos decir, que renunciemos a nuestros derechos por complacer a otra persona; o por el contrario, que intentemos imponernos sin tener en cuenta los sentimientos de los demás. Cualquiera de estos ejemplos a la larga puede ocasionarnos una gran cantidad de malestar, sufrimiento y frustración.

Problemas acerca del pasado Se trata de sucesos que ya sucedieron y que posiblemente no podamos hacer nada para cambiarlos pero siguen siendo algo que sentimos que no podemos dejar atrás. Al ser cosas que ya pasaron no podemos modificarlas pero sí podemos intentar que el malestar que sentimos no nos impida seguir adelante cambiando la manera en la que hemos estado pensando acerca de ellos.

Preocupaciones acerca del futuro Puede ser que vivamos adelantándonos todo el tiempo acerca de lo que va a suceder, generalmente de una forma negativa (“qué tal si choco” “que tal si me roban” “qué tal si fracaso” “qué tal si se va”). Se trata de cosas por las que nos preocupamos por mucho tiempo ya que nos esforzamos por sentir que tenemos nuestro entorno bajo control, “nos preparamos” para lo que puede pasar. Esto ES un desgaste continuo que a la larga nos acaba pasando factura. Preocuparse es adecuado cuando me prepara para la acción y ésta la llevo a cabo; preocuparse SIN hacer nada al respecto es “una tortura” mental.

Cambio de hábitos Cuando queremos tener hábitos más saludables surge el problema de la dependencia y el cambio de rutinas, nos enfrentamos a problemas que en ese momento no sabemos cómo resolver. Además de la voluntad puedes apoyarte en herramientas que te ayuden a que este proceso sea menos difícil y te sientas seguro/a de que puedes mantener tu decisión. Otro de los cambios más importantes que se lleva a cabo en terapia es el cambio de hábitos de pensamiento ¿estás cansado de estar enojado/a, triste, nervioso/a todo el tiempo? Entonces la terapia es una opción para ti.

Afrontar el cambio La realidad es que a cada momento hay cambios (los notes o no), cambios de casa, de pareja, de escuela/trabajo, de amigos, etc., que pueden producirnos una gran cantidad de estrés si no contamos con herramientas para aceptarlos y hacerles frente.

Estos son sólo algunos de los problemas que un psicólogo puede ayudarte a afrontar. Si te has visto reflejado en alguno de ellos o quizás alguna vez te has planteado acudir a consulta y aún no te hayas decidido, éste puede ser un buen momento.

Es posible que pienses que puede tener el mismo efecto hablar con un amigo, sin embargo, el tipo de ayuda es muy diferente, una persona cercana puede no ser del todo objetiva y aún queriendo ayudarnos, puede que no cuente con las herramientas necesarias para ello. La labor de un psicólogo NO es aconsejar sobre cómo solucionar un problema, sino enseñarnos estrategias para resolverlo por nosotros mismos

Un psicólogo te ayuda a ver eso que estás pasando por alto para que a su vez aprendas a cuestionarte y proponerte soluciones por ti mismo. Desde la aceptación incondicional y el respeto, el psicólogo evalúa el problema con mayor perspectiva, toma en cuenta qué variables están manteniendo el problema y actúa sobre aquellas que tendrán un efecto más benéfico para ti, terapia en ese sentido significa CAMBIO, si no hay un cambio entonces no es terapia.

El objetivo es que después de un tiempo, puedas hacerte cargo de nuevo de tu vida con herramientas nuevas y una mayor cantidad de bienestar ¿Te gustaría poder pensar bien y sentirte bien? No esperes a que llegue el momento “adecuado”, no hay mejor momento que el ahora.

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