Es muy común que las personas pasemos por ciertas
dificultades, o que no nos sintamos del todo (o nada) bien, o que estemos inquietos
sobre algo o nos sintamos perdidos, confundidos o desmotivados. Todas estas
situaciones son comunes en las personas y con frecuencia tenemos diferentes
estrategias para hacerles frente y seguir avanzando. Sin embargo, cuando hay
momentos en que poner en práctica lo que queremos hacer es difícil, o no
sabemos qué hacer o sentimos que no podemos, puede ser momento de acudir a un
profesional como el psicólogo, ya que esto puede marcar la diferencia.
La mayoría de las personas acuden porque sienten que en su vida
hay algo que no funciona como quisieran y después de un tiempo de intentar
resolver el problema (sin el éxito que esperaban), han decidido solicitar ayuda
profesional. Pueden ser problemas que sentimos que nos sobrepasan y no sabemos cómo
afrontar.
En estos casos, el primer paso es reconocer o
identificar que existe algo que nos impide estar bien. Hay que remarcar que las
personas que consultan a un psicólogo no tienen que presentar necesariamente un
problema emocional o conductual severo, no tenemos que esperar hasta estar
metidos en la cama todo el día sintiéndonos muy tristes o “perder” el control,
para llegar a terapia. Cualquier conducta o situación humana, sobre todo
aquellas que disminuyen el bienestar, puede ser motivo de consulta y objeto de
un cambio.
Relaciones interpersonales (problemas
de pareja, amigos, papás, hijos, autoridades, subordinados). A veces
sentimos que no estamos pudiendo relacionarnos y comunicarnos con los demás de
la mejor manera. Es posible que sintamos que no nos entienden y nos sintamos
solos o poco apoyados, o que no sepamos decir lo que queremos decir, que renunciemos
a nuestros derechos por complacer a otra persona; o por el contrario, que intentemos
imponernos sin tener en cuenta los sentimientos de los demás. Cualquiera de
estos ejemplos a la larga puede ocasionarnos una gran cantidad de malestar, sufrimiento
y frustración.
Problemas acerca del pasado Se
trata de sucesos que ya sucedieron y que posiblemente no podamos hacer nada
para cambiarlos pero siguen siendo algo que sentimos que no podemos dejar
atrás. Al ser cosas que ya pasaron no podemos modificarlas pero sí podemos
intentar que el malestar que sentimos no nos impida seguir adelante cambiando
la manera en la que hemos estado pensando acerca de ellos.
Preocupaciones acerca del
futuro Puede ser que vivamos adelantándonos todo el
tiempo acerca de lo que va a suceder, generalmente de una forma negativa (“qué
tal si choco” “que tal si me roban” “qué tal si fracaso” “qué tal si se va”). Se
trata de cosas por las que nos preocupamos por mucho tiempo ya que nos
esforzamos por sentir que tenemos nuestro entorno bajo control, “nos preparamos”
para lo que puede pasar. Esto ES un desgaste continuo que a la larga nos acaba
pasando factura. Preocuparse es adecuado cuando me prepara para la acción y
ésta la llevo a cabo; preocuparse SIN hacer nada al respecto es “una tortura”
mental.
Cambio de hábitos Cuando queremos
tener hábitos más saludables surge el problema de la dependencia y el cambio de
rutinas, nos enfrentamos a problemas que en ese momento no sabemos cómo resolver.
Además de la voluntad puedes apoyarte en herramientas que te ayuden a que este
proceso sea menos difícil y te sientas seguro/a de que puedes mantener tu
decisión. Otro de los cambios más importantes que se lleva a cabo en terapia es
el cambio de hábitos de pensamiento ¿estás cansado de estar enojado/a, triste,
nervioso/a todo el tiempo? Entonces la terapia es una opción para ti.
Afrontar el cambio La realidad es
que a cada momento hay cambios (los notes o no), cambios de casa, de pareja, de
escuela/trabajo, de amigos, etc., que pueden producirnos una gran cantidad de
estrés si no contamos con herramientas para aceptarlos y hacerles frente.
Estos son sólo algunos de los
problemas que un psicólogo puede ayudarte a afrontar. Si te has visto reflejado
en alguno de ellos o quizás alguna vez te has planteado acudir a consulta y aún
no te hayas decidido, éste puede ser un buen momento.
Es posible que pienses que
puede tener el mismo efecto hablar con un amigo, sin embargo, el tipo de ayuda es
muy diferente, una persona cercana puede no ser del todo objetiva y aún
queriendo ayudarnos, puede que no cuente con las herramientas necesarias para
ello. La labor de un psicólogo NO es aconsejar sobre cómo solucionar un
problema, sino enseñarnos estrategias para resolverlo por nosotros mismos.
Un psicólogo te ayuda a ver
eso que estás pasando por alto para que a su vez aprendas a cuestionarte y
proponerte soluciones por ti mismo. Desde la aceptación incondicional y el
respeto, el psicólogo evalúa el problema con mayor perspectiva, toma en cuenta qué
variables están manteniendo el problema y actúa sobre aquellas que tendrán un
efecto más benéfico para ti, terapia en ese sentido significa CAMBIO, si no hay
un cambio entonces no es terapia.
El objetivo es que después de
un tiempo, puedas hacerte cargo de nuevo de tu vida con herramientas nuevas y
una mayor cantidad de bienestar ¿Te gustaría poder pensar bien y sentirte bien?
No esperes a que llegue el momento “adecuado”, no hay mejor momento que el
ahora.
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